Poco después de su nacimiento, el cine se convirtió en un fenómeno de masas. El deporte influyó de forma decisiva en
ello. Pero ¿qué deporte? ¿El fútbol? ¿El béisbol? No, a comienzos del
siglo XX, lo que movilizaba a los espectadores ante las primitivas
pantallas eran los combates de boxeo. Despertaban auténticas pasiones. Personas que, hasta entonces, no habían tenido la oportunidad de ver un ring de boxeo, quedaron cautivados ante las peleas de los grandes campeones. Enseguida, los cineastas más avispados advirtieron que el público no solo estaba dispuesto a pagar por ver combates reales. Si el boxeo era una representación inmersa en una trama, también les gustaba. El cuadrilátero se hizo así un escenario de ficción. Y con gran éxito. Desde entonces, el «noble arte» ha mantenido una larga e intensa relación con el Séptimo Arte. De cómo el boxeo marcó el inicio de la historia del cine habla «El Boxeo en el Cine
1. Orígenes: 1894-1929», primer libro de una colección de cuatro, que
pretende repasar con detenimiento ese fenómeno surgido al situar las
cámaras entre las cuerdas. Una obra fascinante tanto para los
aficionados al boxeo como para los amantes del cine, ya que en
ella se desvelan claves, curiosidades y anécdotas que nos ayudan a
entender mejor la distinta evolución de ambos espectáculo |
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