La variada carrera de Ernst Lubitsch
es a menudo desglosada en períodos para enfatizar el amplio espectro de
su talento: actor de teatro en su Berlín natal, jefe de producción de
la Paramount, el hombre que hizo reír a Greta Garbo... Cada una de estas
etapas proporcionaría por sí sola material suficiente para escribir un
libro voluminoso. Pero aunque la mayor parte de su fabulosa trayectoria
tuvo lugar durante la época muda –hizo más de cuarenta películas en
Alemania antes de llegar a América– fue el impacto de sus films sonoros
lo que le valió el reconocimiento definitivo como gran maestro de la
comedia romántica. Lubitsch dirigió su
primera película en 1914, y forjó una asociación con la actriz Pola
Negri que les lanzó a ambos al estrellato internacional. Invitado por
Mary Pickford, desembarcó en Hollywood en 1922 y en los años siguientes
firmó títulos como El desfile del amor, Un ladrón en mi alcoba yLa viuda
alegre, donde fue perfilando el conocido “toque Lubitsch":
diálogos chispeantes, tramas sofisticadas, y una ingeniosa habilidad
para sugerir más de lo que mostraba, lo que le valió el apelativo de
“director de puertas”. Tras su breve e infausta experiencia como jefe
de producción de la Paramount en 1935, Lubitsch
hizo sus películas más populares: Ninotchka, El bazar de las sorpresas,
Ser o no ser, El diablo dijo no... Si el corazón no le hubiese fallado
cuando sólo tenía 55 años, es muy probable que la leyenda del director
que elevó la comedia cinematográfica a alturas hasta entonces
impensables fuese hoy aún más grande. |
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