Pese a estar catalogada como una película de ciencia-ficción, "Blade Runner"
–obra maestra que se ha convertido merecidamente en un icono cultural
de nuestro tiempo– tiene poco que ver con las utopías futuristas propias
del género; al contrario, plantea problemas eternos –la vida y la
muerte, el fatídico discurrir del tiempo, la rebelión contra nuestro
infausto destino, la extrañeza ante el otro…– protagonizados por hombres
que habitan en el caos deshumanizado de las grandes metrópolis; es
decir, por hombres como nosotros mismos. Sin embargo, cuando fue
estrenada en 1982, la crítica especializada la tachó de efectista y
pretenciosa. Los mandarines culturales no supieron ver que, bajo el
colorista artificio de los efectos especiales y el sofisticado ropaje
del diseño, se ocultaba una de las mayores reflexiones sobre la
condición humana que se hayan hecho nunca en el cine. En este ensayo se
analizan las diferentes versiones de "Blade Runner"
y se abordan, con un estilo ágil y gran rigor analítico, las
reflexiones antropológicas y morales que propone la película. ¿Qué era
lo que Deckard no sabía? |
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