El Expresionismo alemán
Alemania,
año 1918, el final de la Primera Guerra Mundial se hace efectivo. Como
consecuencia, el país germano se ve sumido en una profunda crisis
económica y una nueva ola de gran pesimismo invadirá toda la nación.
Este
ambiente de posguerra favorece la necesidad de encontrar nuevos caminos
que permitan expresar la frustración que sentía el pueblo alemán. Al
igual que en otras épocas, las diferentes formas de expresión artística
se hacen eco de esta imperativa necesidad. El cine, como arte, se
convierte en un reflejo de las inquietudes y miedos de una sociedad que
vive bajo la influencia de la república de Weimar. Una nueva corriente
artística irrumpe en el cine alemán con gran fuerza para satisfacer las
necesidades de un pueblo sediento de consuelo: el Expresionismo.
Gracias
a la aparición de la fotografía, la pintura se vio obligada a recorrer
nuevos caminos, investigar nuevas formas de expresión. El Expresionismo
nace con la necesidad de debilitar estéticamente alguna de esas nuevas
corrientes, el Impresionismo y el Naturalismo, que nada tienen que ver
con la pesimista situación que vivían los alemanes en ese momento. En
1910, el historiador de arte Wilhelm Worringer, en uno de sus artículos,
decide poner el nombre de Expresionismo a ese nuevo arte interno y
angustiado que había aparecido en Alemania. Sin embargo, antes de que
este nuevo movimiento de Vanguardias se acercara al cine, se desarrolló
plenamente a través de otras artes como la literatura, la arquitectura y
la pintura. Artistas como Klee, Kandinsky o Munch, sentaron las bases
de esta nueva corriente vanguardista. Sin embargo, hasta que el
Expresionismo no desaparece del panorama pictórico, esta nueva corriente
no aparece en el Séptimo Arte. De hecho, tal es la relevancia del
Expresionismo que está considerado como el primer movimiento de
vanguardia que utiliza el cine como medio de expresión.
Las
diferentes fuentes de las que bebía el Expresionismo fueron la pintura,
el teatro, pero sobre todo la filosofía y sus pensadores Eckhart,
Kierkegaard y Nietzsche. De este último se tomó como referencia su idea
de que el artista debe dominar el mundo exterior y de alguna forma
lograr expresarlo a través del arte. Y eso es lo que pretendieron
conseguir la mayoría de los artistas expresionistas. En cada una de las
películas se podía observar el reflejo de una sociedad desgarrada y
fatalista. Los personajes que se presentan en el cine se someten a una
deformación en la que subyace una crítica y pesimismo propias de un
periodo de entreguerras. La locura, la muerte y la desesperación se
elogian. Los aspectos más depravados del ser humano, el sadismo, las
perversiones sexuales, las mentes más aberrantes tienen cabida en este
nuevo movimiento, que en cierto modo, se mantiene ligado a otras épocas
artísticas y relevantes de la historia como el Gótico y el Barroco. Es
un cine que recurre a mundos oníricos y terroríficos que permiten al
espectador huir de su propia realidad, una realidad posbélica.
En
1917 se pone en marcha la productora alemana UFA, fundada para competir
con la producción norteamericana, y gracias a la cual se realizaron las
películas que marcarían la historia del cine alemán. Si buscamos el
máximo exponente de este movimiento nombraremos sin duda la obra que, en
el año 1919, marcó el inicio del Expresionismo cinematográfico, “El
gabinete del Dr. Caligari” del director Robert Wiene. Con esta película
se sentaron las bases de lo que sería la estética de este nuevo
movimiento, y serviría de modelo para las próximas obras. Su relevancia
fue tal, que en muchas ocasiones no se habla de Expresionismo sino de
Caligarismo. En ella podemos encontrar escenarios siniestros y decorados
que ayudan a identificar el estado de ánimo del personaje a través de
sus diferentes formas. La influencia de sus decoradores Reinman, Röhrig,
Hermann y Warm, fue de tal magnitud que influyó a obras francesas y
norteamericanas. Las sombras forman parte de una iluminación
fantasmagórica, llena de claroscuros, que en ciertas ocasiones exigía
que los personajes fueran maquillados de forma exagerada. En este film
apareció el primer zombi de la historia. En cuanto al argumento, se ha
llegado a comentar que es una premonición del futuro Hitleriano que le
aguardaba a Alemania. Esta crítica al papel de Alemania en la Primera
Guerra Mundial se basaba en la historia de un doctor hipnotizador que
utilizaba a uno de sus pacientes para cometer todo tipo de crímenes.
En
1922 aparecería la película que crearía el género terrorífico. Nos
referimos a la obra de Friedrich W. Murnau, “Nosferatu”, el vampiro,
basada en la obra de “Drácula”. Cuatro años más tarde, en 1926, el mismo
director realizaría la obra romántica “Fausto”, considerada como una
alucinación de horror y destrucción. Fritz Lang fue otro director
relevante de este periodo cinematográfico con sus obras “La muerte
cansada” (1921), “Doctor Mabuse” (1922) y “Metrópolis” (1927). Con esta
última, Lang ofreció una visión futurista y mostró una sociedad dominada
por las máquinas. No obstante, recordemos que era una época de pleno
desarrollo industrial, con lo que este director no quiso más que
reflejar la angustia y la inestabilidad del pueblo alemán ante una
situación asfixiante.
Pero durante esta época, el Expresionismo
convivirá con diferentes tendencias: el cine literario inspirado en el
Film d’Art francés, el cine de aventuras alemán con R. May, el cine
psicológico basado en la obra de Bertolt Brecht y el cine de gran
espectáculo con influencia de Grosspiel Theater. Sin embargo, ninguna
logrará alcanzar la relevancia del Expresionismo en el cine. No
obstante, este nuevo movimiento intelectual enseguida seguiría dos
caminos. Por un lado el conocido Kammerspiel o film de cámara, inspirada
en Reinhardt y su teatro de cámara. Y por otro, el de un nuevo cine
realista de la mano de “Variete” (1925) de E. A. Dupont y “Bajo la
máscara del placer” (1925) G. W. Pabst.
Así y todo, la estética
expresionista se impondría posteriormente en toda la producción alemana,
y llegaría a influenciar a directores de la talla de Eisenstein, Orson
Welles o John Ford, como en su película “Hombres intrépidos”.
Fuente del texto anterior: http://mundocine.portalmundos.com/el-expresionismo-aleman/
CONTENTS
I. Expressionist Film — Weimar Cinema
Activating the Differences: Expressionist Film and Early Weimar Cinema 1
Weimar Cinema, Mobile Selves, and Anxious Males: Kracauer and Eisner Revisited 33
II. Revolution, Crime, and the Uncanny Revolution, Power, and Desire in Ernst Lubitsch’s Madame Dubarry 73
“Bringing the Ghostly to Life”: Fritz Lang and His Early Dr. Mabuse Films 87
Murnau — a Conservative Filmmaker? On Film History as Intellectual History 111
III. The Art of Expressionist Film
The Double, the Décor, and the Framing Device: Once More on Robert Wiene’s The Cabinet of Dr. Caligari 125
Film as Graphic Art: On Karl Heinz Martin’s From Morn to Midnight 157
Episodic Patchwork: The Bric-à-Brac Principle in Paul Leni’s Waxworks 173
IV. The Street, the Vaudeville, and the Power of the Camera
Entrapment and Escape: Readings of the City in Karl Grune’s The Street and G. W. Pabst’s The Joyless Street 187
Fragmenting the Space: On E. A. Dupont’s Varieté 211
On Murnau’s Faust: A Generic Gesamtkunstwerk? 223
V. Avant-Garde Film
“Painting in Time” and “Visual Music”: On German Avant-Garde Films of the 1920s 237
Ruttmann, Rhythm, and “Reality”: A Response to Siegfried Kracauer’s Interpretation of Berlin. The Symphony of a Great City 251
Filmography 271
Bibliography 279
Notes on the Contributors 289
Index 293
Número de páginas: 320
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