Porque constituye un modélico análisis de la obra, los temas y el personalísimo estilo del húngaro Béla Tarr
(n. 1955), uno de los pocos cineastas imprescindibles de la actualidad.
Desde la temprana Condena(1987) hasta El caballo de Turín (2011), con
la cual Tarr se despidió del cine, el
sistema teórico de Rancière va desglosando, película a película, el
proceso por el cual el cineasta fue abandonando progresivamente un
anclaje de corte social y contestatario para convertirse en un estilista
del tiempo y la amargura, en un profeta del fin que, paradójicamente,
incuba a través de su arte una epifanía esperanzadora. (El Cuenco de
Plata) |
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