El cine ha sido el arte popular predominante en la primera mitad
del siglo veinte, al menos en Europa y Norteamérica. En ningún lugar
ésto estuvo más claro que en la naciente Unión Soviética, donde el
mismísimo Lenin afirmaba que "de todas las artes para nosotros el cine
es la más importante". En los años de la política de masas el cine
soviético desarrolló una frágil pero efectiva herramienta para ganar el
apoyo de la masa analfabeta durante la guerra civil que siguió a la
Revolución de Octubre de 1917, mediante una mezcla confusa de
experimentación, convirtiendo al cine en un arma de propaganda a través
del entretenimiento que conformó la imagen pública de la Unión Soviética
(tanto en casa como en el extranjero y tanto para la élite como para
las masas) y más tarde en un instrumento para demostrar la debilidad del
pasado y el presente en el proceso dual del glasnost y la perestroika.
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